viernes, 22 de enero de 2010

EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO (Cuento anónimo de la India)



Según los sufis, hay tres rangos para observarse a sí mismo: lo que uno ES, lo que uno CREE QUE ES, y lo que UNO CREE QUE LOS DEMÁS CREEN QUE UNO ES. Complejo, ¿verdad? En el trabajo sobre sí se van atravesando estas tres capas internas. La mayoría de las personas, en cambio, vive de acuerdo a la segunda y la tercera variable.
Tan antiguo y universal es este tema que el cuento que hoy les compartimos hace siglos que da la vuelta al mundo, con distintas versiones. Que les acompañe!

EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO (Cuento anónimo de la India)

Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Puesto que el asno estaba viejo, llegaron a una aldea caminando junto al animal, en vez de montarse en él. Al pasar por la calle principal, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando:

-¡Mirad qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al transitar entre las casas, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Entonces dijeron a viva voz:

-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.

Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos. Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:

-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto algo semejante? El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.

-¡Que vergüenza!

Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre su lomo. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:

-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tienen corazón? ¡Van a reventar al pobre animal!
Estando ya el burro exhausto, y siendo que aún faltaba mucho para llegar a destino, el anciano y el niño optaron entonces por cargar al flaco burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!

1 comentario:

  1. Cuento excelente que nos enseña que no siempre se puede complacer a todos, ya que existen distintos puntos de vista de acuerdo a la persona y la situación

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