¡Dime qué dices, mar!
¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! Pero no me lo digas; tus cantares son, con el coro de tus varios mares, una voz sola que cantando gime. Ese mero gemido nos redime de la letra fatal, y sus pesares, bajo el oleaje de nuestros azares, el secreto el secreto nos oprime¡
La sinrazón de nuestra suerte abona, calla la culpa y danos el castigo; la vida al que nació no le perdona; de esta enorme injusticia sé testigo, que así mi canto con tu canto entona, y no me digas lo que no te digo.
de esta enorme injusticia sé testigo, que así mi canto con tu canto entona, y no me digas lo que no te digo.
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